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Enciclopedia de la Esencialidad

Egoísmo Tonto vs. Sabio

Todo ser humano es siempre egoísta en todo momento. Siempre decide qué hacer basado en su propio Ser-Sentir y en el impacto y resultados estimados para sí mismo. Sin embargo, los resultados de ser egoísta varían de un extremo (muy negativo) al otro (muy amoroso). Los dos factores que determinan los resultados del egoísmo son:

  1. El plazo calculado de los beneficios a uno mismo.
  2. La envergadura de la identificación: ¿Qué es lo que uno considera ser, su “yo”?

El egoísmo tonto es el egoísmo que se identifica estrechamente solo con el avatar o con un grupo pequeño (p. ej. su familia), y solo calcula su conveniencia y bienestar a corto plazo. Hace lo que estima conveniente en ese momento o en el futuro próximo. No considera o no le importan los efectos negativos en otros, ni el efecto bumerang sobre sí mismo (ni el bumerang del Amor, ni que la gente afectada negativamente pueda tomar represalias). Por tanto, frecuentemente le “sale el tiro por la culata”, y ni tiene conciencia de lo bien que le hubiera ido a largo plazo si hubiera tomado el camino de mayor amor y menos egoísmo tonto.

El egoísmo sabio existe cuando el ser se percibe a sí mismo como algo mucho más allá de su avatar o de un pequeño grupo de personas. Su sentido del yo está más expandido. Piensa en términos del mayor bien de un mayor número de personas y hasta de todo el ambiente y el planeta. El más alto nivel del egoísmo sabio existe cuando nos damos cuenta que todos somos Uno. Sus acciones siguen siendo egoístas, pero ahora su “yo”, su “ego” es el Todo y todos. Así identificado, rige sus acciones por la ley del Amor, del MB MN LP (el Mayor Bien, para el Mayor Número, a Largo Plazo). Así, el egoísmo sabio considera los efectos de sus actos a largo plazo. También es sabio en cuanto que sabe que su trato con los otros va a regresar a sí mismo tarde o temprano (otra vez, sea por efecto bumerang o por represalias).